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Resumen
El desarrollo de software basado en componentes se ha convertido actualmente en uno de los mecanismos más efectivos para la construcción de grandes sistemas y aplicaciones de software.
Una vez que la mayor parte de los aspectos funcionales de esta disciplina comienzan a estar bien
definidos, la atención de la comunidad científica comienza a centrarse en los aspectos extrafuncionales y de calidad, como un paso hacia una verdadera ingeniería. En este artículo se discuten precisamente los aspectos de calidad relativos a los componentes software y a las aplicaciones que con ellos se construyen, con especial énfasis en los estándares internacionales que los definen y regulan, y en los problemas que se plantean en este tipo de entornos.

1 Introducción
La creciente necesidad de realizar sistemas complejos en cortos periodos de tiempo, a la vez que con menores esfuerzos tanto humanos como económicos, está favoreciendo el avance de lo que se conoce como Desarrollo de Software Basado en Componentes (DSBC). Esta nueva disciplina se apoya en componentes software ya desarrollados, que son combinados adecuadamente para satisfacer los requisitos del sistema. Construir una aplicación se convierte por tanto en la búsqueda y ensamblaje de piezas prefabricadas, desarrolladas en su mayoría por terceras casas, y cuyo código no puede modificarse. Bajo este nuevo planteamiento, cobran especial interés los procesos de búsqueda y selección de los componentes apropiados para construir las aplicaciones. En este sentido, la tecnología de componentes ofrece ya soluciones robustas para muchos de los problemas que se plantean en la construcción de grandes sistemas de software y, de hecho, vivimos inmersos en una creciente “componentización” del software.
Los principales esfuerzos de la comunidad de software en estos temas se han basado hasta ahora en los aspectos funcionales de los componentes, es decir, en la funcionalidad que ofrecen. Sin embargo, por lo general se han venido obviando muchos de los aspectos de calidad que intervienen a la hora de seleccionar componentes y ensamblarlos para construir aplicaciones que satisfagan los requisitos del cliente. Este tipo de aspectos, que llamaremos “extra-funcionales”, cada vez acapara más la atención de los arquitectos e ingenieros del software. Por un lado, los requisitos extra-funcionales –por su naturaleza global– pueden afectar a varias partes del sistema, y por ello tendrán prioridad si entran en conflicto con los requisitos funcionales. Además, el cuidadoso análisis de los atributos de calidad puede mejorar el proceso de discriminación de los componentes candidatos que cumplan el núcleo de requisitos funcionales. Por ejemplo, si dos componentes implementan misma funcionalidad, sus atributos extra-funcionales pueden ser el criterio decisivo en el proceso de selección.

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